Ya son 48 años de funcionamiento del jardín infantil y sala cuna “Los Brujitos de Chiloé”, del hospital de castro, pero esta vez con ribetes muy distintos debido a la contingencia sanitaria donde la risa de los niños ha sido el gran ausente, ya que hace un tiempo y por su seguridad, se determinó por parte de la dirección que se mantengan en sus domicilios al cuidado de sus mamitas.
Pero el relajo no da tregua y si bien las dependencias esperan por la alegría de los menores, las profesionales del jardín infantil han estado en permanente contacto con las familias, para el día aniversario prepararon videos de saludo, igualmente en revisión de documentos técnicos, participación en cursos online y vacunación contra la influenza para los menores que estaban pendientes.
Precisamente para el día aniversario se realizaron distintas actividades, ocupando la tecnología para hacer llegar mensajes de optimismo, bailes y otras sorpresas a los niños y sus familiares. También hubo reconocimiento por 25 años de servicio para Cecilia Bahamonde, Anita de La torre, ambas técnicos en atención de párvulos y Gisela Sotomayor Guiñez (EP), responsable de liderar la institución educativa.
Solidaridad con sus pares
“Esta emergencia sanitaria nos ha permitido conocer y reconocer como nunca el esfuerzo y entrega de nuestros colegas funcionarios hospitalarios y como una manera de entregar respaldo y colaboración, es que nos pusimos en campaña con el personal de la sala cuna y jardín infantil, para confeccionar una serie de implementos clínicos que son de primera necesidad, todo dentro de un ambiente de armonía y solidaridad”, explica la jefe de esta unidad, Gisela Sotomayor Guiñez.
“Hemos organizado el horario del personal en dos turnos, para mantener precauciones indicadas, y se trabaja en la elaboración de elementos de protección personal (EPP) tales como, escudos faciales, mascarillas y delantales plásticos o pecheras, es bueno también agradecer a quienes han colaborado con materiales, que son del mismo centro asistencial, por nuestra parte la mano de obra ha sido fundamental para lograr metas establecidas”, argumenta la educadora de párvulos que no deja de sentir orgullo por el compromiso de quienes le acompañan en esta hermosa muestra de fraternidad.
En tanto Nury López Calfulaf, educadora de párvulos, activa participante de esta gran iniciativa señaló que es grato aportar un granito de arena, porque el grupo ha sido muy unido y todas entregan sus conocimientos y habilidades, lo que habla bien de la vocación que tienen al educar y ser permanentes colaboradoras.
Más de cuatro mil delantales plásticos, centenares de escudos faciales y mascarillas son más que cifras, es la muestra fiel de un trabajo y espíritu de equipo, que conforman tres educadoras de párvulos, 10 técnicos en atención de párvulos y 1 auxiliar de servicio, que esperan con ansias el retorno de los 52 pequeños de seis meses a cuatro años, claro que eso será, hasta que la pandemia lo permita, ya que como se ha señalado al inicio de esta nota, nada es igual sin la sonrisa y la ternura de estos pequeños gigantes, quienes dan vida a “los brujitos de Chiloé”, del hospital base de la capital chilota.